Se dice tanto sobre el amor y se cree a veces que este se experimenta únicamente cuando se está enamorado de una pareja, pero el amor auténtico o el amor consciente no es lo mismo que el amor romántico pasajero, pues el amor verdadero es el que se genera en el propio templo interior y se sostiene como un estado general hacia la vida; se refleja en una actitud hacia sí mismo, hacia las otras personas y hacia los seres de toda la creación.
El amor es uno de los valores fundamentales que nos permiten desarrollarnos en el mundo, se podría decir que es el motor de las personas, lo que impulsa a generar nuevas cosas. Por muy cliché que pueda parecer, si hubiese y nos demostráramos más amor los unos a los otros, muchos de los problemas que hoy nos aquejan como colectividad podrían ser superados, pero preferimos encerrarnos en nosotros mismos y lo que nos conviene, sin pararnos a pensar si le hacemos daño a alguien.
Abrir el corazón para dejar fluir el amor auténtico, que proviene de nuestra esencia espiritual, implica tener una actitud de bondad, de dar bien, de bien dar: desear el bien y bienestar en pensamientos para el bien, palabras para el bien, sentimientos para el bien, acciones para el bien, es decir con “buena voluntad.”