Cuando nadie cree en ti, es el mejor momento para que lo hagas tú. Así, cuando alguien te diga que no vales, que tu momento ha pasado o que eso que anhelas no lleva tu nombre, alza tu rostro y sonríe.
Porque para poner límites ya estás tú o la realidad; de hecho, pocos son los que necesitan ayuda en esta tarea. Hacerlo te dará confianza, una brújula más estable y sobre la que tienes más control.
A veces hay que hacerlo, acercarse a beber agua en la charca de los leones. Solo así tendremos una oportunidad: la de adiestrar el miedo y limitar su influencia. En este sentido, la inseguridad es una mala compañera y quien opta por quedarse en el refugio, jamás disfrutará de las grandes cosas de la vida, donde todas las posibilidades del infinito se encienden ante nuestros ojos.